Páginas

domingo, 18 de marzo de 2018

LA FALANGE DE FILIPO II: ¿Verdadera revolución?


Los éxitos militares de Filipo II de Macedonia son incuestionables. En tan sólo 20 años cambió el panorama no sólo del reino, sino de toda la Hélade apoyando su genio como táctico, estratega y político en un espectacular ejército el cual, según las fuentes, reformó nada más ser nombrado rey. Ante lo que parece, pues, una auténtica revolución militar, no han sido pocas las voces que han puesto de manifiesto, no solo que Filipo se inspiró en una serie de avances que se habían dado a lo largo del último medio Siglo, sino que su falange estaba aún lejos de esa imagen de infantes con larguísimas picas del periodo helenístico. Por lo tanto ¿fue la falange de Filipo una verdadera revolución o tan sólo una etapa más en la evolución militar griega del Siglo IV a.C.?




INTRODUCCIÓN

En el año 359 a.C. el rey ilirio Bardilis infringía una severa derrota a Pérdicas III, en la que cuatro mil macedonios perdían la vida, incluido el propio rey, y que ponía a Macedonia al borde del colapso. Ese mismo año Filipo II, de 22 años, se pone al mando del reino y de inmediato acomete una serie de importantes reformas en el ejército y crea, según las fuentes, la famosa falange macedonia. En 338 a.C. en Queronea, Filipo II derrotaba a una gran coalición y se hacía amo de Grecia. Estas reformas se suponen así espectaculares, dado el enorme resultado y que la nueva infantería fue reina de los campos de batalla durante casi dos Siglos. Sin embargo, las fuentes dejan dudas respecto a si la falange de Filipo (e incluso la de Alejandro) se asemejaba más a la de Selasia y Pidna o a la del tebano Epaminondas.

Los textos de Diodoro, Polieno y Frontino, más los de Arriano, Plutarco, Polibio, Jenofonte, etc. han sido analizados hasta la saciedad, amén de todas las pruebas arqueológicas y pictóricas que se han hallado, y aún así no existe un consenso sobre si la reforma de Filipo fue una revolución que cambió el panorama de la noche a la mañana o si por el contrario fue una evolución a lo largo de muchos años, fuertemente influenciada por los avances precedentes e inconclusa a la muerte del propio Filipo.

Así, los historiadores modernos no acaban de ponerse de acuerdo. Hammond, por ejemplo, defiende que Filipo completó la reforma, argumentándolo con sus éxitos militares. Markle, en cambio, dice que las fuentes no atestiguan el uso de sarissas en las batallas de Filipo, como tampoco en Gránico ni en Issos, aunque si en Gaugamela e Hidaspes. Delbrück proponía que quizás la primera o dos primeras filas aún se armaran con la lanza hoplita tradicional (dory) y solo las traseras con lanzas mayores, pero, en todo caso, no superiores a lo que se podía manejar con una sola mano. Por su parte, Sekunda propone que las reformas de Filipo no fueron el nacimiento de la falange macedónica, sino la última etapa de las reformas de Ifícrates. Pero ¿una falange de peltastas ificrátidas es compatible con la expresión sinaspismos (“de escudos cerrados”), es decir, hombro con hombro, que nos dicen las fuentes?

Este trabajo tratará de dar luz a tan complicada cuestión o, al menos, pretende sentar unas bases para que el lector saque sus propias conclusiones.


Escena del conocido como sarcófago de 
Alejandro, que muestra lo que parece ser un 
hypaspista, armado con aspis, yelmo tracio, 
linothorax, espada y (posiblemente) lanza.
MACEDONIA Y SU INFANTERÍA ANTES DE FILIPO

Para entender el calado de las reformas que realizó Filipo en su infantería primero hay que conocer el punto de partida de la misma, tanto en su organización, número y armamento.

A lo largo de los primeros Siglos de su historia, el reino de Macedonia fue un Estado relativamente extenso, pero poco poblado y muy descentralizado, con un poder central que fluctuaba dependiendo de la fuerza del rey y de las circunstancias externas. Así, el reino se dividía en la “Baja Macedonia”, en la costa, dirigida directamente por los reyes de la casa Argeada; y la “Alta Macedonia”, formada por las tierras altas y pobladas por tribus dirigidas por dinastías semiindependientes que ocasionalmente reconocían la supremacía Argeada, pero que también entraban en guerra contra estos.

En general, el ejército era bastante primitivo en términos de organización, logística y armamento. Contaban, eso sí, con una excelente caballería aportada por los partidarios del Rey (hetairoi, “compañeros”) y nobles. Su número, sin embargo, no era elevado, contándose en tan sólo unos cientos. La infantería, compuesta por campesinos de las tierras bajas y pastores de las altas, estaba mal armada y organizada. La mayoría serían peltastas y algunos arqueros y también, en ocasiones, habría en los ejércitos algunos cientos de hoplitas griegos provenientes de aliados de la costa[1].

Peltasta macedonio armado con pelta, yelmo 
de tipo pilos, un haz de jabalinas y cuchillo.
El peltasta era un tipo de infante capaz de luchar en orden abierto como hostigadores pero también combatir como infantería de línea. Protegidos tan sólo con un escudo ligero (pelta) del cual tomaban su nombre, su ventaja residía en la velocidad y movilidad, realizando rápidos ataques con jabalinas para luego replegarse si se veían en dificultades. Algunos estarían armados también con espadas cortas o dagas, pero el no contar con lanzas de acometida los ponía en una clara desventaja en combate cerrado contra infantería como los hoplitas griegos.

Según nos cuenta Tucidides, Arquelao I (413-399 a.C.) además de realizar un gran esfuerzo por modernizar el reino, trayendo a la corte a un gran número de artistas griegos o mejorando la red de caminos en el reino, mejoró su caballería y la infantería pesada[2]. Por lo tanto se entiende que había algún tipo de infantería de línea antes del reinado de Filipo; pero, ¿cómo era esta infantería pesada? ¿Se trataba de hoplitas? ¿Quizás esta fuera la infantería de hypaspistas? Desgraciadamente, ante el silencio de las fuentes todo debe reducirse a simples especulaciones, aunque nos inclinamos a la segunda opción.

En cualquier caso, la palabra hypaspista significa “portador de escudo”, lo que sugiere que se trataban de los escuderos de la nobleza a caballo, hetairoi. Tanto su armamento como su función son tema de un largo debate, pero el hecho de que formaran a la derecha de la infantería, es decir, el lugar de honor en el mundo griego y que en batalla secundaran el ataque inicial de la caballería, indica que se trataba de una infantería de élite y bien armada. Rechazamos de forma rotunda el papel que algunos estudiosos les han dado, simplemente el de proteger los flancos de la “torpe” falange. Tampoco creemos que el apelativo de “bisagra entre el yunque que era la falange y el martillo, la caballería” haga honor a su importancia y cometido. Ninguna fuente hace una clara descripción de su panoplia, así que nos vemos expuestos a servirnos únicamente de la iconografía. El sarcófago de Alejandro muestra a una serie de infantes armados con escudo argivo, el cual es incompatible con el uso de una larga pica. Pero aún suponiendo que estas figuras representen a hypaspistas, surgen más incógnitas. Las armas se han perdido con el tiempo y aunque todo indica que se trataban de armas de asta, estas podrían ser tanto lanzas hoplitas (dory) como jabalinas; e incluso un longche, esto es un arma que servía tanto de lanza como de jabalina. De hecho, Plutarco indica que Neoptolemo, un oficial hypaspista iba armado con longche y escudo. Sirva esto como una aproximación de este tipo de infantería (un estudio más detallado requeriría un artículo completo por si solo), la cual, aunque sólo aparece referenciada a partir de Alejandro Magno, podemos intuir que existía desde bastante antes.


AÑO 359, FILIPO REY

Las constantes guerras internas y los continuos asaltos al poder habían debilitado considerablemente el poder de Macedonia. Tras  la muerte de Amintas le sucedió su hijo mayor Alejandro, que fue asesinado por Ptolomeo de Alorus para ocupar su puesto. A su vez, en 365 a.C., este fue eliminado por Pérdicas, segundo hijo de Amintas, siendo un rey competente y que siguió con la política de algunos de sus antecesores de acercamiento a la cultura griega, dando acogida en su corte a gran cantidad de líderes mercenarios, exiliados y hombres de la cultura, entre ellos el gran orador Calístrato, que le ayudo a reorganizar las finanzas del reino.

Pese al buen reinado de Pérdicas III, peonios, tracios y, sobre todo, el ilirio Bardilis no habían cejado en acosar las fronteras. Así, en 359 a.C., Pérdicas se vio obligado a salirle al paso a este último y plantar batalla. Desgraciadamente, los ilirios infligieron una dura derrota a los macedonios [ver el artículo Ilíricas], que perdieron a su propio rey junto con otros 4.000 compatriotas[3].

A Pérdicas le sucedió su hijo Amintas IV, de apenas 5 o 6 años de edad, con Filipo, el menor de los tres hijos de Amintas III, como regente. Sin embargo, no tardó este en hacerse coronar rey, convirtiéndose en Filipo II con apenas 22 años.

La amenaza iliria se había acrecentado y al mismo tiempo los peonios habían penetrado en territorio macedonio, saqueando las tierras del Norte. Por otro lado, un tal Pausanias, que ya había sido contendiente por el trono tras la muerte de Alejandro II, planeaba un nuevo intento de hacerse con el poder con la ayuda del rey tracio Berisades. Y para colmo de males, los atenienses estaban tratando de restaurar en el trono a Argeo[4] y habían mandado al general Mantias con 3.000 hoplitas y una considerable fuerza naval[5].

En este contexto, amenazado por todos lados y habiendo sido el ejército macedonio duramente derrotado, Filipo, según las fuentes, acometió sus famosas reformas militares.



ORGANIZACIÓN Y COMPOSICIÓN DE LA NUEVA FALANGE

El principal cambio que introdujo Filipo fue la profesionalización del ejército, estableciendo un adecuado entrenamiento para sus tropas, que incluía largas marchas de hasta 50 Km. (300 estadios) llevando cada uno consigo todo su equipo, incluyendo armas, provisiones y todo tipo de utensilios. Eliminó los carros y limitó mucho los siervos, dejando uno para cada jinete y uno por cada diez infantes, lo que aumentaba la movilidad estratégica y endurecía la tropa. En este sentido también obligó a sus soldados a llevar harina para 30 días.

Se acabó por completo el arcaico sistema clientelar por el que los nobles afines al rey llevaban consigo súbditos mal preparados y sin motivación. El gran problema era que Macedonia apenas contaba con una base social de campesinos propietarios capaz de proveerse el armamento necesario para formar como infantes de línea. Inconveniente que se habría acrecentado tras la derrota aquel mismo año contra Bardilis, en el que 4.000 macedonios habían perdido la vida. Por ello, Filipo ideó que fuera el propio Estado el que pagara el equipo de los nuevos infantes[6].

Otro gran acierto de Filipo fue crear un ejército estatal, en el que cada provincia debía aportar hombres, que dio un sentimiento nacional y de unidad a todo el territorio, haciendo olvidar las ideas secesionistas de la Alta Macedonia. Cabe destacar aquí la diferencia con los hypaspistas, que no se organizaban por provincias sino por sus habilidades y capacidades físicas, lo que enfatiza la idea de que era un cuerpo de élite. Este nuevo sistema recuerda mucho al de los mere de la Liga Beocia, en el que cada “distrito” tenía una carga militar (además de fiscal y electoral) equitativa. Dada la estancia de Filipo en Tebas durante casi 4 años parece clara la influencia beocia en la organización militar macedonia.

Muchos miembros de las dinastías de las tierras altas fueron altos comandantes bajo Filipo (y después también bajo Alejandro) y sus hijos estuvieron en la corte en el cuerpo Real de pages (paides basilikoi), sirviendo como rehenes y siendo entrenados para convertirse en la siguiente generación de comandantes. El nombre que le dio Filipo a los integrantes de su nueva infantería, “pezhetairoi” (compañeros de a pie), es toda una declaración de intenciones, enfatizando su adjunción a la corona, así como conferirles un estatus social de mayor dignidad y honor.

La nueva infantería se organizaba en taxeis provinciales[7] de 1.500 hombres cada una, constituidas en filas de 10 de profundidad a juzgar por las palabras de Frontino (IV, 1’ 6)[8]. Para Nic Secunda existe aquí influencia aqueménida, pues en Grecia la profundidad de la infantería solía ser de múltiplos de 8, sistema que, sin embargo, se adoptaría en algún momento del reinado de Filipo.

Su victoria sobre Argeo en Metone, luego sobre los peonios y, sobre todo, sobre Bardilis le aseguraron el control de las provincias macedonias fronterizas, lo que sumado a las enormes ganancias que le proporcionaban las minas del Monte Pangeo[9], condujo a un continuo aumento en el número de efectivos de sus ejércitos. Así, mientras que en 358 a.C. Diodoro nos informa que Filipo marchó a enfrentarse al ilirio Bardilis con “no menos de 10.000 infantes y 600 jinetes[10], tan sólo 6 años más tarde, en 352 a.C., inmerso en la Tercera Guerra Sagrada, el rey macedonio ya podía contar con “más de 20.000 infantes y 3.000 jinetes[11], incluyendo tesalios y probablemente mercenarios. En la batalla de Querona, 338 a.C., Filipo contaba con “más de 30.000 infantes y no menos de 2.000 jinetes[12]. Y a juzgar por las fuerzas con las que Alejandro invadió Asia sumadas a las que se quedaron con Antípatro para proteger la retaguardia, al final de su reinado, Filipo contaba con 24.000 infantes macedonios y unos 3.900 jinetes, a los que habría que sumar las tropas suministradas por los aliados y los mercenarios.


Hoplitas griegos mostrando las diferentes formas de agarre de
 la lanza. Armados con un pesado aspis circular, con borde y 
doble agarre, yelmo, coraza, grebas, espada y, cómo no, lanza.
TÁCTICAS DE FILIPO

En  368 a.C. el general tebano Pelópidas entró en Macedonia para arbitrar las disputas entre los distintos candidatos al trono. Como garantía y para asegurar la influencia tebana en la región[13], se llevó consigo a 80 rehenes, entre ellos Filoxeno, hijo de Ptolomeo de Alorus, el rey regente, y a Filipo.

Una vez en Tebas, las fuentes no se ponen de acuerdo sobre el destino de Filipo. Justino (VII, 5) afirma que fue educado por Epaminondas; pero en cambio Plutarco (Vidas paralelas, Pelópidas) lo sitúa viviendo con Pamenes. Diodoro, por su parte, da dos versiones distintas de los hechos, en una (XV, 67’ 4) dice que es su hermano Alejandro quien lo entrega a los tebanos; mientras que en la otra (XVI, 2’ 2) son los ilirios, los que lo dejan al cuidado del padre de Epaminondas. No entraremos a tratar de descifrar este puzle de fuentes, pues no es el fin de este artículo, pero si parece claro que Filipo debió conocer a Pamenes, Pelópidas y Epaminondas y que todos, sobre todo este último, influyeron de forma decisiva en Filipo.

Tanto en la batalla del Valle del Erigon, contra el ilirio Bardilis en 358 a.C. [ver el artículo Ilíricas] como en Queronea 338 a.C. [ver el artículo Batalla de Queronea] (apenas existen relatos de otras batallas), Filipo usó el orden oblicuo ideado por Epaminondas y que le sirvió para derrotar a Esparta en Leuctra (371 a.C.) y Mantinea (362 a.C.). Esto consistía en colocar a las tropas más fiables en un flanco con la esperanza de romper al contrario en aquel sector, mientras el resto del ejército avanza escalonado retrasando al máximo el contacto con el enemigo.

Esta táctica cobraba aún más sentido y se mostraba más demoledora cuando el flanco adelantado se reforzaba con una formación especialmente profunda. Filipo usaba la falange en profundidad, muy al estilo tebano[14], lo cual tenía una gran ventaja psicológica: las filas traseras animan a las delanteras con su mera presencia, al tiempo que evitan su huida; mientras que para el enemigo se presenta el tener que combatir fila tras fila sin perspectivas de romper la formación. Sin embargo, había un gran inconveniente, cuanto más profunda fuera una línea, irremediablemente se debía acortar el frente, con el enorme riesgo de que el ejército fuera rodeado

Aunque los reyes macedonios contaban con una excelente caballería, parece ser que Epaminondas también influenció a Filipo en su modo de usarla. En Mantinea parece que la caballería tebana formó en cuña, siendo esta la primera mención conocida de esta formación táctica[15]. Fuera del campo militar, también ambos acometían campañas en invierno (algo muy poco común), tenían una filosófica, diplomática y oratoria similar.


Peltasta ificrátida, armado con escudo liviano, yelmo,
 coraza ligera acolchada, espada y lanza de 3,7 m.
ARMAMENTO: DEL PELTASTA IFICRÁTIDA A LA FALANGE MACEDONIA

A partir de la Guerra del Peloponeso y, sobre todo, de la Guerra de Corinto (395-387 a.C.) las tropas ligeras se fueron convirtiendo en parte integrante de los ejércitos griegos. Del mismo modo, como la guerra se fue extendiendo a cada vez más territorios y se necesitaban más ejércitos, por un lado se hizo un uso creciente de mercenarios y se alistaron estratos cada vez más bajos de la sociedad, que no siempre podían pagar el costoso equipo hoplita. Esto dio una doble vertiente, que cada vez el hoplita fuera más ligeramente armado y que cada vez hubiera más proporción de tropas ligeras.

En este contexto apareció Ifícrates, que ya había tenido cierta resonancia cuando en 390 a.C. venció con sus peltastas a toda una mora espartana en Lequeo. En 378 a.C. este general ateniense fue enviado al rey persa Artajerjes para que le ayudara en su campaña para recuperar Egipto. A su mando, 20.000 mercenarios griegos fueron reunidos en Aka (al sur de Fenicia). Para hacer frente a la infantería egipcia, “hoplitas dotados de escudos de madera que les llegaban hasta los pies” (Jenofonte Anábasis 1, 8’ 9) y con lanzas más largas[16], Ifícrates ideó una serie de cambios en la panoplia hoplita, creado un nuevo tipo de infante ligeramente protegido, sustituyendo el pesado aspis hoplita por la liviana pelta[17] y eliminando la coraza o, como mucho, usando una ligera de lino[18]. Y aunque Diodoro no lo menciona (solo hace referencia a los cambios), es más que probable que también usaran algún tipo de yelmo liviano. Esta pérdida de protección quedaba compensada con su gran movilidad y el mayor alcance de su principal arma, la lanza, que aumentaba una mitad respecto a la dory hoplita, rondando los 3,7 metros de longitud, pudiendo ser manejada aún con una sola mano.

Las dificultades de la campaña y las tensiones con el otro general, Farnabazo, dieron con Ifícrates de vuelta a Atenas de forma precipitada[19]. Pero parece ser que este concepto de peltasta ificrátida tuvo éxito y pronto se extendió por toda Grecia. Así por ejemplo, los peltastas lacedemonios que Jenofonte menciona participando en Cromno en 365 a.C. deben ser ificrátidas, pues al divisar a los hoplitas arcadios cargan contra ellos, algo que un peltasta tradicional jamás hubiera hecho. Por otro lado, en la tumba de Payava (en Asia Menor) fechada sobre el 360 a.C. aparecen representados infantes armados con lanza y pelta en formación cerrada, lo que atestigua la fama de este nuevo infante.

Como puede apreciarse, la panoplia del peltasta ificrátida tiene enormes similitudes con la del pezhetairoi de Filipo, compuesta, según Polieno (Estratagemas IV, 2’ 10), por yelmo, principalmente de tipo tracio o pilos o incluso algunos usarían la kausia, el gorro típico macedonio; pelta de 60 cm. de diámetro; grebas; y sarissas. Así, se podría decir que Filipo II se inspiró en Ifícrates para crear su nueva infantería. Y no sería de extrañar, pues ambos personajes estaban conectados, tal y como podemos leer en Nepote (XI, 3’ 2) y Esquines (II, 27-29). Antes de la expedición a Egipto, Ifícrates estuvo en contacto con el rey macedonio Amintas III, el cual lo adoptó como hijo; y posteriormente, en 368 a.C., Atenas lo destinó, junto a Caridemo de Oreos, a la costa macedonia. Es entonces cuando la viuda de Amintas, Eurídice, corrió al amparo de Ifícrates con sus dos hijos pequeños, los futuros Pérdicas III y Filipo II, suplicándole que los amparara frente a Pausanias, que había usurpado el trono. Entonces el ateniense, con su ejército de peltastas con largas lanzas expulsó a Pausanias hacia Tracia. Para un Filipo de 14 años nada de esto debió pasar desapercibido. E incluso, en un texto sobre el comentario de la Iliada de Eustacio de Tesalónica (XIII, 130-34.924)[20], se afirma que Caridemo enseñó a los macedonios la lucha en synaspismos, es decir, con escudos cerrados. La vida de este mercenario es poco conocida, pero quizás fuera en algún momento en los tres años que estuvo al servicio de Ifícrates cuando ejerció de instructor de los macedonios. Lo cual nos deja que el peltasta ificrátida era bien conocido en Macedonia casi una década antes de que Filipo acometiera sus reformas.

Escena en la tumba de Payava. En esta se muestra a 
infantes armados con pequeños escudos y lanzas y en 
formación cerrada deteniendo una carga de caballería.
Pero Polieno menciona sarissas ¿no significa eso que la falange de Filipo no era tan similar a la infantería de Ifícrates? La realidad es que la longitud de la sarissa varió a lo largo del tiempo y tal y como nos dice Noguera Borel, y Delbrück antes de él, sarissa era una palabra macedónica que designaba todo tipo de lanza, sin perjuicio de que el término se consolidara en griego para aludir a la larga pica empleada por la falange macedónica. Así Teofrasto (371-287 a.C.), un filósofo griego amigo de Calístenes, que era uno de los historiadores personales de Alejandro Magno (Historia Plantarum 3, 12’ 1-2), afirma que las sarissas se hacían de madera de cornejo y las más largas tenían 12 codos de longitud, es decir, 5,5 m.; aunque, ya que Teofrasto hace referencia a una fuente macedonia, es posible que fueran codos macedonios, lo que nos daría una longitud de poco más de 4 metros[21]. Por su parte, Asclepiodoto (S. I a.C.) (Táctica V, 1) nos dice que la sarissa tenía una longitud de entre 10 y 12 codos, para proyectar hacia adelante (esto es, la parte de la lanza que queda por delante del cuerpo) entre 8 y 10. Esto nos daría picas de unos 4,6-5,5 m. En cambio Polibio (200-118 a.C.)(XVIII, 29) nos habla de sarissas de 14 codos, 6,2 m., para su época pero que originariamente habrían tenido 16 codos, 7,1 m. y Eliano (S. II d.C.) (Táctica XIV, 2-3) también nos habla de 16 codos. Por último, Arriano (86-175 d.C.) (Táctica XII, 6) nos describe la sarissa con 16 pies de longitud (unos 10,6 codos), es decir unos 4,9 m. Con todo esto en cuenta, la teoría más comúnmente aceptada es la de Kromayer y Veith[22], que estipula que originalmente la sarissa medía hasta 12 codos, 5,3 m., para aumentar en época helenística hasta los 16, 7,1 m., para luego disminuir hasta los 14 codos, 6,2 m., en época de Polibio.

Copia romana del  mosaico de Issos. Al fondo se pueden apreciar las lanzas erizadas de una densa formación de falange.
Sin embargo, aún no podemos dar el tema por cerrado. Por un lado, ninguna de las tres fuentes que mencionan las reformas de Filipo (Diodoro, Frontino y Polieno) describen la longitud de la sarissa; y por otro, si hacemos un análisis más pormenorizado de las fuentes sobre el comportamiento de la falange en las distintas batallas a lo largo del tiempo, vemos como existen suficientes diferencias como para poder pensar que los pezhetairoi de Filipo, e incluso de Alejandro, no usaban aún sarissas de ese tamaño.

De este modo vemos como la falange de Alejandro en Issos (333 a.C.) pierde su cohesión y orden al atravesar el río al toparse “con unos accesos muy difíciles”, pero los mercenarios griegos de Dario son incapaces de batirlos pese a que “la acción resultó extremadamente dura” (Arriano Anábasis, II, 10’ 5-6). Por el contrario, tenemos el ejemplo de Pidna (168 a.C.) en el que la falange se mostró impenetrable hasta que presentó “fracturas y brechas” por las que los legionarios pudieron penetrar y dar fácil cuenta de los macedonios que tuvieron que arrojar sus sarissas y golpear “con pequeñas dagas sólidos escudos que cubrían hasta los pies y se enfrentaban con escudos ligeros a las espadas de aquellos” (Plutarco Emilio Paulo, XX, 7-10).

La diferencia en el modo de llevar la acción es clara. Arriano no narra nada sobre que los macedonios se vieran obligados a luchar espada en mano pese a enfrentarse a un percance similar al que les ocurrió a los hombres de Perseo en Pidna. Y aunque se puede argumentar que simplemente Arriano “resume” la acción, parece claro que ante unos hoplitas griegos mejor protegidos con grandes aspis, los macedonios hubieran sucumbido de igual forma. Por tanto, parece que la sarissa es aún lo suficientemente manejable como para poder acometer un enfrentamiento cercano.
  

Por otro lado, a lo largo del S. III a.C., grandes generales como Pirro I de Epiro (318-272 a.C.) o Antígono III Dosón (280-221 a.C.) alternaron batallones de tropas más ligeras (samnitas e ilirios respectivamente) para hacer a la falange macedonia más flexible ante la perspectiva de luchar en terreno accidentado en Asculum (279 a.C.) y Selasia (222 a.C.); maniobra que Filipo II no tuvo necesidad de hacer, por ejemplo, en Queronea (338 a.C.) al avanzar, y luego retirarse ordenadamente (maniobra extremadamente complicada), ante los atenienses ubicados a las faldas de los montes; ni Alejandro Magno en Gránico (334 a.C.) ni Issos (333 a.C.) al tener que cruzar sendos ríos defendidos por los persas. Incluso, Antíoco III Megas vio la necesidad de alternar elefantes y tropas ligeras entre las secciones de la falange en Magnesia (190 a.C.) aún combatiendo en terreno llano.

Imagen idealizada de una falange macedonia de época helenística. Se puede apreciar como sobresalen hasta cinco 
filas de picas por delante del primer hombre.

Toca hablar ahora de otro hecho asociado a la longitud de las sarissas, y es que “cada hombre de primera fila debe tener  las puntas de cinco picas que se extienden más allá de él, cada una a una distancia de dos codos [90 cm.] de la siguiente.” (Polibio XVIII, 29’ 7). Es por esto que un texto (algo dado de lado en estas lides) de Arriano (XXIII) se torna extraño cuando afirma que cuando Alejandro Magno integró a 20.000 persas, coseanos y tapurios en su ejército, tan sólo las 3 primeras filas y la última eran piqueros macedonios, mientras que las 12 intermedias las formaban arqueros y jabalineros extranjeros. Con lo cual, si en época de Alejandro la falange macedonia ya tuviera esa característica de que hasta 5 picas asomaran por delante del primer hombre, ¿por qué ahora reducirlo solo a tres cuando tan buenos resultados le había dado? ¿No querría decir esto que en época de Alejandro tan sólo, como mucho, las tres primeras filas combatían de forma activa y por tanto la sarissa era considerablemente más corta? Haciendo una fácil extrapolación de los datos que da Polibio (para que asomaran 5 filas de picas, estas serían de 6,2 metros), las sarissas de 323 a.C., momento de esa reforma de Alejandro, tendrían una longitud de unos 3,8 metros, aproximadamente la misma longitud que las lanzas de los peltastas ificrátidas.

Por tanto, según estas pruebas, en 359 a.C. Filipo habría armado a sus pezhetairoi al modo de peltastas ificrátida y la longitud de las sarissas se habría mantenido invariable hasta las guerras entre los diadocos, momento en el cual, enfrentándose falange macedonia contra falange macedonia, los generales tratarían de obtener ventaja alargándolas cada vez más. Sin embargo, habría que analizar si estas sarissas de, a lo sumo, 4 metros concuerdan con la narración del propio Arriano en la batalla de Gaugamela, cuando describe “densa formación y erizada de largas sarissas”. Desde luego eran lanzas bastante más largas que las de griegos y persas, siendo una longitud más que suficiente para dar el aspecto de un “erizo” al llevar las sarissas hacia arriba las filas posteriores. ¿Pero no afirma Teofrasto que las sarissas más largas tenían una longitud de 5,5 metros? Lo cierto es que no se sabe cuando Teofrastro escribió Historia Plantarum, calculándose (¡ojo!) entre el 350 a.C. y el 287 a.C., periodo a lo largo del cual se desarrolla la falange de Filipo y Alejandro y posteriormente evoluciona a una versión más desmedida y torpe con los diadocos.


Fresco de la tumba de Agios Athanasios 
(cerca de Tesalónica). Muestra un
 infante ataviado con la vestimenta 
típica macedonia y armado con lanza 
de unos 3,5 metros y escudo 
(que se intuye sobre él).
CONCLUSIONES

Las enormes amenazas que sufría el reino de Macedonia y el propio Filipo le impulsaron a reformar su ejército de inmediato. Sin embargo, dadas las especiales circunstancias del reino, sin una amplia base social de propietarios que pudieran costearse una panoplia hoplita, lo impulsaron a tomar una serie de decisiones trascendentales. En primer lugar, como se puede inferir a través de las fuentes, el equipo de sus infantes sería muy similar al de peltastas ificrátidas, protegidos ligeramente, pero con lanzas más largas que la dory hoplita. Las similitudes en las descripciones de las fuentes sobre los peltastas ificrátidas y los pezhetairoi macedonios de Filipo son evidentes, e incluso el elemento más diferenciador entre la falange macedonia y los ejércitos de la Grecia tradicional, esto es, la longitud de la lanza, parece estar más cerca de las usadas por los hombres del general ateniense, asidas con una sola mano, que de las largas picas de los Ss. III y II a.C. Por otro lado, estas armas serían costeadas directamente por el Estado, con lo que las posibilidades de reclutamiento aumentaron enormemente, dependiendo únicamente (aunque no por ello fácil) de la salud de las arcas de Filipo. Por tanto, que Filipo armara a su infantería como peltastas ificrátidas fue quizás más una respuesta a la emergencia de acometer los graves peligros que lo acechaban que una reforma revolucionaria.

El contacto que tuvo Filipo con Ifícrates y, sobre todo con los generales tebanos Pelópidas y Epaminondas, impulsa aún más esta teoría. El uso táctico de la infantería, como la formación en profundidad y el orden oblicuo, fundamentales para la falange macedónica, así como la formación en cuña de la caballería, son de clara inspiración en Epaminondas, lo que deja clara la capacidad de asimilación de Filipo. Tampoco el rey argeada partía de cero a la hora de transformar su infantería en una fuerza competente, ya que sus predecesores habían realizado reformas en las fuerzas militares a lo largo del periodo clásico.

Tanto o más importante que el cambio de armamento de la infantería fue la reorganización de la ordenanza y la imposición de un entrenamiento y disciplina adecuados. El ejército ganó en movilidad estratégica y preparación, siendo capaz de invertir la situación en tan sólo un año, derrotando a sus enemigos uno tras otro.

Por otro lado, además de su función militar, el ejército nació con la función de instrumento de unidad social y política. Ahora, tanto las provincias de la Baja como de la Alta Macedonia se sienten pertenecientes a un mismo Estado, lo que supuso una evidente mayor estabilidad y un enorme impulso político.

Como hemos visto, Filipo aprendió, directa o indirectamente, de los avances militares de los grandes generales que le habían precedido, pero no por ello hay que restarle mérito, pues supo sintetizar y potenciar como nadie todas esas ideas dispersas para crear un ejército que sería la base del cambio al periodo helenístico. Es por ello que pocas figuras han sido tan importantes para la historia como Filipo II de Macedonia.




Por Alejandro Ronda


BIBLIOGRAFÍA:

Antigua:

-Diodoro Sículo; Biblioteca Histórica.
-Sexto Julio Frontino; Estratagemas.
-Polieno; Estratagemas.
-Lucio Flavio Arriano; Anábasis de Alejandro.
-Lucio Flavio Arriano; Tácticas.
-Polibio de Megalópolis; Historias.
-Plutarco de Queronea; Vidas Paralelas.
-Jenofonte; Helénicas.
-Jenofonte; Ciropedia.
-Tucídides; Historia de la Guerra del Peloponeso.
-Cornelio Nepote; Sobre los más destacados generales de los pueblos extranjeros.
-Marco Juniano Justino; Epítome de Pompeyo Trogo.
-Esquines; Sobre la Embajada.
-Quinto Curcio Rufo; Historia de Alejandro Magno de Macedonia.
-Teofrasto; Historia de las Plantas.
-Pausanias; Descripción de Grecia.
-Asclepiodoto; Táctica.
-Eliano; Táctica.
-Eustacio de Tesalónica; Comentarios sobre la Iliada y la Odisea.

Moderna:

-Hammond, N.G.L.; Philip of Macedon.
-Hammond, N.G.L.; Alejandro Magno. Rey, general y estadista.
-Best, J.G.P.; Thracian Peltasts and their influence on Greek Warfare.
-Sekunda, Nicholas; La reforma de la infantería en el S. IV a.C.: de Ifícrates a la falange macedonia.
-Juhel, Pierre; El Espinoso Asunto de la Falange Macedónica.
-Head, Duncan; Armies of Macedonian and Punic Wars.
-Connolly, Peter; La Guerra en Grecia y Roma.
-Quesada, Fernando; Armas de Grecia y Roma.
-González, Cristina; La Sarisa Macedonia.
-Heckel, Waldemar y Jones, Ryan; Alexander’s Elite Infantryman.
-Pina, Francisco; El Ascenso y la Hegemonia de Macedonia.
-Moreno, Jorge Juan; La Táctica Macedónica en Tiempos de Filipo.
-Delbruck, H; Geschichte der Kriegskunst im Rahmen der politischen Geschichte.
-Noguera Borel, A.; L’évolutionde la phalange macédonienne. Le cas de la sarisse.
-Markle, M. M. (1978): Use of the sarissa by Philip andAlexander of Macedon.
-Kromayer, J. y Veith, G.; Heerwesen und Kriegführung der Griechen und Römer.



[1] Como ejemplo tenemos la batalla de Lincestas: Brasidas y Pérdicas comenzaron una segunda expedición conjunta en Lyncus contra Arrhabaeus; el último con las fuerzas de sus súbditos macedonios, y un cuerpo de infantería pesada compuesta por helenos domiciliados en el país; el primero con los peloponesios que todavía tenía con él y los calcídios, los acanto y el resto con la fuerza que pudo. En total había alrededor de tres mil infantes pesados helénicos, acompañados por toda la caballería macedonia y por los caldeos, cerca de mil hombres fuertes, además de una inmensa multitud de bárbaros.” (Tucídides IV, 124’ 1)
[2] “[…] Arquelao, el hijo de Perdicas, en su ascensión, que también cortó caminos rectos, y de otra manera puso el reino en una mejor posición respecto a la caballería, infantería pesada y otro material de guerra que todos los ocho reyes que le precedieron.”  (Tucídides II, Guerra del Peloponeso, 100)
[3] Diodoro XVI, 2’ 5.
[4] A cambio pretendían hacerse con el control de la importante ciudad costera de Anfípolis.
[5] Diodoro XVI, 2’ 6.
[6] Apoyando el texto de Diodoro, en Museo Griego de la Universidad de Newcastle se conserva una contera de bronce con la inscripción MAK, abreviatura de Makedonon (“de los macedonios”).
[7] Tal y como se extrae de Diodoro 17, 57’ 2.
[8] Frontino IV, 1’ 6: “Filipo, con el primer ejército, prohibió a todos el uso de carros. A los soldados de caballería les permitió tener solo un asistente cada uno. En la infantería permitió un solo sirviente por cada diez hombres, encargado de llevar los molinos y las cuerdas. Cuando las tropas marchaban a los cuarteles de verano, exigía que cada hombre llevase sobre sí harina suficiente para treinta días.”
[9] Que le suministraban una riqueza de 1.000 talentos anuales.
[10] Diodoro XVI, 4’ 3.
[11] Diodoro XVI, 35’ 4.
[12] Diodoro XVI, 85’ 5.
[13] Muy importante dado que era la principal fuente de madera para armar la flota de Atenas, y que esta, anterior aliada de Tebas, se había puesto desde la batalla de Leuctra del lado Espartano.
[14] Los beocios emplearon por primera vez una formación con gran profundidad en la batalla de Delio (424 a.C.) (Tucídides IV, 93’ 4) y luego en Nemea (394 a.C.) (Jenofonte Helénicas IV, 2’ 18) pero fueron rodeados. Luego Epaminondas lo reprodujo con tremendo éxito en Leuctra (371 a.C.) y Mantinea (362 a.C.).
[15] Jenofonte Helénicas VII, 5’ 24.
[16] “Aquí, entonces, hubo un terrible conflicto con lanzas y espadas. Los egipcios, sin embargo, tenían la ventaja tanto en números como en armas; porque las lanzas que usan hasta el día de hoy son largas y poderosas, y sus escudos cubren sus cuerpos mucho más eficazmente que corseletes y rodelas, y cuando descansan contra el hombro son una ayuda para empujar. Entonces, bloqueando sus escudos juntos, avanzaron.” Jenofonte, Ciropedia 7, 1’ 33. “Informaron también que muchos espadachines tracios ya habían sido contratados y que los egipcios estaban a bordo para unirse a ellos, y dieron el número de ciento veinte mil hombres armados con escudos que se pusieron de pie, con enormes lanzas, tales como lo llevan hasta este día, y con sables.” Jenofonte Ciropedia 6, 2’ 10.
[17] Existe cierta controversia debido a que el texto de Diodoro tiene varias posibles traducciones, pero al parecer esta pelta tendría un tamaño similar al aspis, unos 90-100 cm. de diámetro, e incluso podría tener forma oval; pero en cualquier caso su peso, debido a estar construida con mimbre trenzado y no con planchas de madera, era mucho más ligero y manejable.
[18] Nepote XI, 1’ 3-4: “Asimismo, les dio una armadura hecha de lino en lugar de hierro o bronce, Al hacerlo, dejó a los soldados más libres en sus movimientos y, a la vez que los libraba de una armadura pesada, les proporcionaba una cobertura igualmente protectora de su persona y mucho más ligera.”
[19] La campaña es narrada en Diodoro XV, 41’ 4 – XV, 43’ 2.
[20] “Hermólito el tracio dice que Licurgo posteriormente ordenó que se creara un synaspismos para los lacedemonios. Lisandro el laconio lo enseñaba con los hechos, igual que Epaminondas a los tebanos y Caridemo a los arcadios y macedonios.”
[21] En Tarn Hellenistic Military and Naval Developments. Esta teoría es rechazada por prácticamente la totalidad de los historiadores.
[22] En Heerwesen und Kriegführung der Griechen und Römer.


7 comentarios:

  1. No había leído el detalle de las reformas al ejército Macedonio y es obvio, que me estaba perdiendo algo importante. Ifícrates y Filipo II, parece probable, fueron antecedentes para las reformas del ejército Romano implementadas por Cayo Mario unos 250 años más tarde.

    Muy buen artículo, como siempre. !Ya sentía necesidad de volver a leer uno de sus detallados artículos!😊😊😊

    ResponderEliminar
  2. Hola, Heitai! Muchas gracias por tus palabras!
    Las reformas de Filipo y las de Mario guardan algunas similitudes, como que fuera el Estado el que proporcionara las armas (aunque en Roma ya había habido algunos antecedentes). Sería interesante acometer un artículo sobre Mario y sus reformas.
    Saludos!!

    ResponderEliminar
  3. Gracias a ti por leernos!

    Planteas una duda cuya respuesta es clave para entender el tema. Tan importante como la longitud, para el fácil manejo (y la forma de asirla) es el peso de las lanzas. Así pues, se calcula que la lanza hoplita (dory) de 2,5 metros de largo pesaba entre 1 y 1,5 Kg.; y una sarissa de 5,5 m. pesaría unos 4 Kg., que aumentaría a 6,6 Kg. si su longitud llega a los 7 metros [datos de Quesada, Armas de Grecia y Roma]. Como vemos, el peso aumenta exponencialmente conforme aumenta la longitud. Esto es debido a que el diámetro del asta debe ser mayor para que la lanza no se doble por su propio peso, a su vez, el regatón debe ser más pesado para que la misma proporción de lanza se proyecte por delante del hombre que la empuña. Así pues, una lanza de 3,8 metros, es decir, de infante ificrátida y pezhetairoi de Filipo según esta teoría, pesaría unos 2,5 Kg., un peso suficientemente bajo como para ser manejada a una mano con soltura durante una batalla. Además, es clave la descripción que hace Diodoro (15, 44) de las reformas de Ifícrates, así como las de Filipo en Diodoro, Frontino y Polieno. Ninguno de los autores menciona un hecho que sería muy destacable, como el paso de asir una lanza con una mano a hacerlo con dos. Y por otro lado tampoco ofrecen comentario alguno de un uso especial de la pelta. Yendo un poco más allá, dependiendo de la traducción del texto de Diodoro sobre las reformas de Ifícrates, se puede entender que el escudo usado era del mismo tamaño que el aspis hoplita, aunque más ligero, lo que implica que solo quedaría una mano libre para empuñar la lanza. Por todo ello, opino que una lanza de 3,8 o 4 m. podía ser manejada perfectamente con una sola mano, aunque es posible que eventualmente, dependiendo de las circunstancias y necesidades, el infante se podía ayudar con la mano de la pelta. Podría incluso caber la posibilidad que en cierto momento la lanza, por su tamaño y peso, se convirtiera en una lanza de mano y media, haciendo un paralelismo con las espadas bastardas de la Edad Media, paso previo a las sarissas helenísticas de 14 codos o más.

    Un saludo!!

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Dantesss123!!

    Exacto Tchazzar, según la descripción de Diodoro del infante egipcio su escudo era de gran tamaño, igual o mayor que el hoplita, con lo que su lanza, también más grande que la del hoplita, era manejada con una sola mano. Evidentemente, sin un entrenamiento adecuado, el uso de la lanza irremediablemente sería menos activo. Podría estar medianamente compensado con el apoyo de las lanzas de la segunda fila, aunque, nuevamente, sin un entrenamiento adecuado la longitud de las lanzas podría llegar a ser contraproducente en el caos de la batalla. Por ello, más importante que la evolución del armamento, la clave de la reforma de Filipo II fue establecer un duro entrenamiento continuo (aunque el tema del armamento sea mucho más llamativo y palpable).

    Un saludo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Usted es increíble, una pregunta aparte de la longitud de la lanza que otras cosas afectaron negativamente a la falange Macedonia ??

      Eliminar
    2. Muchas gracias por tu comentario Dantesss123!!!
      A mi modo de ver, alargar la lanza estaba pensado para tener ventaja contra otra falange de estilo helenístico, de ahí la teoría de que fue a partir de las guerras de los diadocos cuando esta empezó a tener un tamaño desmesurado. Se llegaría a un punto tal que las ventajas que ofrecía poder atacar al enemigo desde una distancia mayor y que este viera imposibilitado su avance debido al muro de lanzas sería menor que las desventajas que el alargamiento de la lanza cobraba: mayor peso y por tanto más cansancio, menos maniobrabilidad, necesidad de mayor entrenamiento, etc. De ahí que Polibio nos diga que antes de su época la lanza era más larga que cuando él escribe.
      Toda esta explicación viene a que alargar la lanza es negativo depende de a quién te enfrentes (y siempre que no se sobrepase cierto límite).
      Al enfrentarse contra Roma con unas lanzas de unos 6 m. parece que fue negativo... pero según se mire... En Cinoscéfalos la falange fue derrotada por culpa de que una de las alas tardó demasiado en desplegarse; en Pidna su formación fue rota cuando al avanzar contra los romanos en retirada se adentraron en terreno difícil (y parte de esto fue culpa de las lanzas...). Pero en ambas batallas las legiones romanas se vieron superadas por las falanges cuando la lucha, digamos, fue en igualdad de condiciones.
      Entonces, desde mi punto de vista, ¿Cuál es la clave? El entrenamiento, la determinación, la calidad de los mandos... y la demografía. No creo que un Filipo II o un Alejandro Magno o incluso un Antígono Monoftalmos hubieran cometido los errores tácticos comentados; si una tropa (sea romana, macedonia, iliria o gálata...) lucha a vencer o morir normalmente vencerá ya que el enemigo huirá antes, los grandes generales sabían esto, de ahí que, por ejemplo, Agatocles quemara sus naves cuando desembarcó en África en 310 a.C., a sus soldados solo les daba dos opciones: vencer o morir, y 15.000 siracusanos vencieron a 40.000 cartagineses. Por otro lado, las leyes de reclutamiento macedonias dictaban que la falange sería formada por hombres de entre 20 y 45 años de edad (si no recuerdo mal), pero Filipo V tuvo que hacer un llamamiento a niños de 15 años y mayores de 60 para poder completar la falange!! Roma en cambio se podía permitir arriesgar y perder tropas; tenía reemplazos de sobra.
      Dicho todo esto, un soldado romano con su scutum, su pilum y su gladius se adaptaba mucho mejor a cualquier tipo de lucha que un pezheitairoi macedonio: podía atacar desde la distancia arrojando su pilum, al llegar al cuerpo a cuerpo se protegía mejor con su gran escudo oval, que además podía ser usado con garantías tanto en formación como en combate individual y su espada era más versátil que la sarisa. Dicho de otro modo, en terreno llano y atacando de frente, la falange tenía todas las de ganar (incluso si los hombres tenían poco entrenamiento), pero en cualquier otro escenario el romano era muy, muy superior. De ahí que también que los errores de los mandos penalizaran mucho más a la falange que a la legión. Y volviendo al principio, unas lanzas más cortas darían a la falange menor poder de choque frontal, pero más versatilidad en cualquier otro escenario, de ahí, por ejemplo que Filipo II pudiera hacer arriesgadas maniobras para desalojar de las colinas a los atenienses en Queronea, o la falange no se partiera cuando Alejandro le ordenó cruzar el río Isos.

      Un saludo!!!

      Eliminar

anabasishistorica@gmail.com